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ESCENARIO POLÍTICO

¿Voto nulo o abstención? He ahí el dilema

Escenario Político 

Gubidxa Guerrero

Pocas veces como ahora se había promovido tanto el voto nulo y el abstencionismo “consciente” entre la población. La sociedad, harta de los partidos políticos, de la llamada “partidocracia”, está cuestionando severamente a sus representantes, debido a que los distintos colores no han sabido representar los intereses de la ciudadanía.

Cada que surge un fenómeno de esta naturaleza, los simpatizantes –que se convierten en voceros de los principales grupos de oposición– asustan a los votantes con el cuento de que si se anula el voto, o el ciudadano se abstiene, se “apoya al partido en el poder”, en este caso al PRI.

Con una simple frase, el líder, el militante, el miembro de un partido que no ha estado a la altura de los ciudadanos, responsabiliza al que anula su voto, o a quien se abstiene de votar, del resultado de los comicios. Sin duda, una posición cómoda, que echa la culpa a quien en algún momento quizás confió en ese partido opositor pero que se desencantó de sus prácticas, similares a las de quienes se oponía.

En México el voto es un derecho, por tanto, el ciudadano decide si lo ejerce o no. Anular el sufragio es una opción válida, tanto así que existe en las actas de escrutinio un rubro especial para ‘votos nulos’. Sin embargo, las papeletas anuladas siguen siendo pocas, en proporción a las de los votos por los candidatos registrados.

Con el abstencionismo no sucede así. De hecho, en casi todas las elecciones el abstencionismo es el gran vencedor. Si los votos que no se ejercen en cada elección se fueran a un candidato nuevo, éste ganaría, ya que suele ser de más del cincuenta por ciento de los empadronados.

Este 7 de junio de 2015, entre PRI, PAN, PRD, Morena, Verde, y los demás institutos políticos no alcanzarán el porcentaje de quienes no irán a votar. Desafortunadamente, la justificación del órgano electoral será que éstos no acudieron por “desinterés”, por “apatía” o, de plano, por “flojera”, como si no fuera culpa de los partidos haber convertido los comicios en un circo aburrido en el que ganan los de siempre y del que pocos desean formar parte.

El ciudadano tiene un arma que puede influir en la composición de la Cámara de Diputados: el voto. Si los partidos políticos gastan tanto dinero en publicidad y “regalitos” es porque saben que el ciudadano tiene la última palabra en la mampara de votación.

Desde que soy mayor de edad he acudido a las elecciones. Prefiero ser yo quien tache la boleta que me corresponde, a dejar en manos de los funcionarios de casilla la posibilidad de darle mal uso (que suele suceder). Sufragar por algún candidato de partido es válido. Anular o abstenerse también lo es. Uno es quien decide.

 

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