Por Tomás Chiñas Santiago
En Juchitán de Zaragoza, Oax., La conmemoración de la Cuaresma o Nabaana se lleva a cabo en diversas capillas católicas con procesiones, misas, viacrucis, entre otros actos litúrgicos de la iglesia católica. En esta ciudad zapoteca, el Domingo de Ramos o Domingo de la Pasión, inicio de la Semana Santa que une a la predicción del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión, se conmemora en la capilla del panteón municipal del mismo nombre de una manera inusitada, donde se manifiestan en toda su dimensión las prácticas paganas religiosas de las capillas del pueblo que se celebran durante los seis viernes de la Cuaresma.
En este día, las familias católicas juchitecas, visitan los sepulcros de sus seres queridos para convivir con su espíritu, con la misma fe que lo hacen otros pueblos de México en la temporada de Todosantos, denominada en zapoteco Xandu’ o Biguie’.
La sociedad congregada consume una rica gastronomía istmeña, destacando tamales de iguana o guetaguu guchaachi dxiita, dulces típicos, el riquísimo bupu -bebida regional espumosa conocida como bebida de los dioses-, las típicas garnachas, los singulares panes llamados regañadas, entre otros productos típicos. Los niños se entretienen con los Huevos de Pascua en forma anticipada. En la historia reciente, las familias también se entretenían con juegos de azar, conocidos como Chalupa o Lotería.
De esta manera, la sociedad católica juchiteca conmemora el Domingo de Ramos en un singular sincretismo religioso surgido durante la colonización española, ya que los misioneros católicos no lograron desaparecer en su totalidad la concepción religiosa de los pueblos originarios y se vieron obligados a tolerar dentro de los rituales cristianos parte de las costumbres y ritos de los naturales.
Esta singular Tradición se recrea en el Panteón Lunes Santo de Cheguigo Sur y en el Panteón Miércoles Santo de Cheguigo Norte. Es una rica tradición que sigue viva, a pesar de que la modernidad globalizadora ha trastocado algunas prácticas tradicionales, contaminando la celebración; sin embargo, bien vale la pena disfrutarla.